
Tiempo antes de que la pandemia nos volviera expertos en manualidades, Juan Cortés tuvo su primer acercamiento al mundo textil.
“Una amiga se dedicaba a hacer macramé”, recuerda. “La contacté para comprarle una pieza y terminó dándome un taller. Así empecé a explorar este camino”.
Juan aprendió ágilmente los principios del oficio, y a los dos meses había replicado cada nudo miles de veces, creando complejas composiciones muy alejadas del macramé tradicional.

Hoy, dos años después de ese primer acercamiento, Juan se dedica de lleno a Soskil, un proyecto de arte textil contemporáneo.
“Fue una sorpresa lo mucho que conecté con esta práctica”, cuenta Juan. “No me imaginaba emprenderla como negocio, era lo que todos estaban haciendo. Pero sabía que quería crear algo con las manos, con estos materiales”.
Juan se dedica a crear piezas experimentales con textiles naturales, específicamente con hilos color crudo y fibras de henequén. Si bien conoce el arte desde hace algunos años, la pandemia ha sido su época de mayor exploración.

“Tenía el afán de hacer una pieza gigante, y compré mucho material en color crudo para tener a la mano. La idea era crear algo difícil que me ocupara durante un tiempo indefinido. Tardé unos tres meses en terminarla, y disfruté cada segundo. Fue un proceso muy terapéutico”.
Hoy esa pieza se exhibe en una galería al centro de Mérida, en una colección bajo el nombre “En crudo”.

“Tejí todo del mismo color para no apoyarme de tonos llamativos. En su lugar, decidí jugar con las texturas, y hacer que las piezas destacaran por su composición. Al terminar, esa pieza medía más de dos metros y resaltaba como si tuviera mil colores”.
Juan ha encontrado paz en la práctica meditativa del tejido, algo muy contrastante con su estilo de vida pre-pandémico. Reconoce que su trayectoria, previa al trabajo textil, fue una fuerte influencia en el desarrollo de su obra.

“Me dediqué a la fotografía por muchos años. Eso me permitió salir de Chile, viajar por todo el mundo, y eventualmente me trajo aquí, a Mérida. Ese entrenamiento visual me dio una sensibilidad para el arte que no hubiera conseguido de otra manera”.
Aun con esa sensibilidad, el mundo de las creaciones artesanales era muy diferente a lo que estaba acostumbrado.
“Como fotógrafo, podía reflejar emociones más fácilmente. Pero esto es algo tangible. Me despedí del mundo de la fotografía y entré a un mundo desconocido, en donde solo solo sabía que quería hacer algo diferente, con un concepto que refleje lo que he vivido.”

El nombre del proyecto surge del Soskil— la fibra del henequén cuando aún no ha sido trenzada. Juan fotografió este proceso hace algún tiempo, y a partir de ese acercamiento adoptó el material como soporte de sus creaciones.
“Al ser el oro verde del estado, la fuente sustentable de Yucatán por muchos años, me hizo ruido que estuviera en desuso. Quise aprovecharlo y convertirlo en arte, comenzar a crear con lo simple. Nada de lo que uso es fino, nada es de alto lujo. Son materiales sencillos, pero cuando se crea con intención, lo simple se vuelve extraordinario.”

La curiosidad de Juan es lo que lo ha llevado a recorrer distintos caminos del mundo creativo. No sabe cuánto durará su etapa textil, ni qué etapa seguirá, pero sabe que su curiosidad seguirá avivando sus creaciones.
“Soy obsesivo en todo lo que hago. Si me involucro en algo, lo exploraré de todas las maneras posibles, e intentaré hacerlo muy bien. Quiero seguir aprendiendo, descubriéndome en las diferentes etapas de mi vida, y compartiendo lo que descubra.”

La exposición de Soskil se encuentra permanentemente en la Galería Caracol Púrpura Mérida, ubicada en la calle 60 por 53 y 55 del Centro, abierta de 9 a 20 horas.