
Hace más de 50 años nació la idea de una casa en el árbol. Una mujer de Yaxkukul pasó su infancia trepando por árboles y ramas en una vieja casa de mampostería. Con el paso del tiempo, sólo quedó el paisaje que conocía.
Años después, se dio a la tarea de transformar la propiedad en una casa que resalte los árboles que ha conocido durante toda su vida.

La Casa del Árbol se encuentra en el corazón de Yaxkukul, un municipio al interior del estado de Yucatán.
Es una casa de retiro para la propietaria, cuya familia vivió durante muchos años en esos mismos terrenos. El proyecto se inspira en un “solar”, una tradicional casa de campo maya.
El proyecto se encargó a Laar, un estudio de arquitectura ubicado en Mérida, Yucatán. Su objetivo, resaltar los árboles presentes en el terreno.

“Cuando nos dijo lo que quería, lo primero que pensamos fue en una casa de juegos, para sus nietos o algo parecido”, cuenta Diego, una mitad de Laar. “Pero a medida que profundizamos, entendimos lo que ella esperaba del espacio.”
“Nos dimos cuenta de que no era una casa de juegos, sino una casa de retiro, un lugar donde pudiera disfrutar de la naturaleza y ser ella misma. El reto era tomar la idea de una casa en el árbol y transformarla en una casa contemporánea y habitable”.

En la planta baja, una disposición de planta abierta da la bienvenida a los invitados.
El patio azul es un homenaje el suelo original de la casa y está rodeado por los restos de los antiguos muros. Desde allí, una escalera nos lleva a la parte superior de los árboles, donde llegamos a otra terraza, en la que las copas de los árboles ofrecen amplia sombra.

Los arquitectos tuvieron muy en cuenta la circulación del aire tanto en las zonas abiertas como en las cerradas. El corazón de la segunda planta es un nogal maya, cuya copa se eleva sobre el solar.

“Simplemente, la inspiración vino de los árboles”, dice Diego. “Entendimos que estábamos trabajando para la naturaleza. Una vez que conocimos el lugar, los árboles, la ubicación y el entorno, empezamos a visualizar nuevas posibilidades”.

El diseño del proyecto duró unos seis meses, desde que conocieron al propietario hasta la presentación del proyecto final. La construcción se prolongó durante unos dos años.

Diego dice que, aunque la casa es propiedad privada, se ha convertido en parte de la identidad de la comunidad.
“Los habitantes de Yaxkukul estaban muy intrigados cuando empezamos a construir este proyecto único”, recuerda.
“Mucha gente se paraba a echar un vistazo. La Casa del Árbol se ha convertido en un hito local”.
El proyecto se ha ido fundiendo poco a poco con su entorno, permitiendo que la naturaleza se recupere y que la casa se integre plenamente en el espacio.
“Las casas envejecen igual que nosotros, y la casa del árbol está envejeciendo maravillosamente, a la par que la naturaleza”, dice Diego. “Poco a poco ha sido envuelta por las plantas, y los árboles vuelven a estar sanos y espléndidos. Es increíble ver cómo poco a poco se ha ido integrando en el paisaje natural”.

Laar considera que este proyecto es un testimonio del valor de perseguir un sueño.
“También lo vemos como una gran representación de nuestra filosofía. Las cosas buenas llevan su tiempo, pero nunca debemos descartar los sueños que conservamos. Algún día, cuando sea el momento adecuado, podrás conseguir lo que deseas, aunque te lleve 50 años”.