

Cuando Ric Kokotovich y Alison Wattie decidieron comprar la casa de alado para expandir su hogar en Mérida, aprovecharon la oportunidad para crecer sus espacios de trabajo.
Y vaya que lo hicieron. Convirtieron su casa original en una casa para huéspedes. Casa El Tamarindo, la nueva casa de diseño dinámico y atrevido, fue construida de abajo para arriba y queda claro que es una casa habitada por artistas. La casita de Kokotovich apenas colinda con la casa principal. Al pasar por el portón, los visitantes pueden observar una estructura la cual funciona como un gran espacio de trabajo, con mesas cubiertas de pinceles, pinturas y obras de arte aún por terminar.
Grandes ventanas que van del piso al techo dan al oriente y llenan el espacio de luz por las mañanas. La pandemia inspiró una serie de máscaras exhibidas en uno de los muros. En una mesa se encuentra una serie de pinturas basadas en Haiku. Se puede observar también una serie de fotografías de atrevidas drag queens tomadas a mediados de los años 80 y que retratan los primeros años de la epidemia del SIDA.

Al pasar la cocineta y un baño, se aprecia otra área de trabajo, esta vez con una enorme impresora digital. Las sillas de trabajo se orientan hacia el gran tronco de un viejo pero hermoso árbol. Este cuarto se enfoca en el trabajo fotográfico de Kokotovich.
La casa aparece detrás del muro que conduce a un amplio jardín. Sus detalles dramáticos y grandes interiores llenos de arte sugieren que este es el hogar de una pareja creativa en busca de espacios para pensar.
“Tenemos mucho arte en Canadá y conocemos a muchos artistas ahí, así que intercambiamos arte” dice el originario de Alberta, quien transportó las piezas que trajeron de Canadá en una camioneta.
Wattie, quien trabajó para una empresa de marketing en Canadá, ahora se dedica al diseño gráfico, escritura y poesía en un cuarto aledaño a la alcoba principal. Requiere de menos espacio, pero su oficina es similar al estudio en el sentido de que está llena de luz, y obras de arte. Claramente, es un espacio muy cómodo para trabajar y crear. “Ella viene a hablar conmigo si necesita algo” dice Kokotovich. “Intentamos tener un respeto mutuo respecto a nuestros espacios de trabajo”.

Esto sería difícil si compartieran un espacio pequeño, pero “somos afortunados, es como si viviéramos en un parque”.
Comparten su hogar con dos perros llamados Iggy y Chucho, los cuales rescataron de la calle. También tienen un tímido gato, Karma. Todos los animales constantemente pasean por la casa.
La casa se ubica en el barrio de San Sebastián, y fue construida por el arquitecto meridano, Víctor Cruz. La casa se caracteriza por sus espacios bien proporcionados y una larga alberca ideal para nadar, la cual está protegida por un muro oscuro inspirado por Luis Barragán.
Los cuartos en el interior de la casa y los estudios son cálidos con acabados de estuco y resina de chukum. El uso de este material data a la época de los mayas y volvió al uso común en el siglo XX como una alternativa natural la cual rinde homenaje a la cultura de la región.

La pandemia y las lluvias del 2020 retrasaron la construcción de la casa y varios espacios, incluyendo el estudio de Kokotovich, no están completamente terminados. La pareja aún está decidiendo el diseño para el muro de salpicaduras en la cocina, algunas puertas esperan ser instaladas y el área alrededor de un ancestral árbol de tamarindo sigue un tanto empedrado.
El barrio, ubicado al sur de la plaza principal, se encuentra lejos de zonas del centro con muchos extranjeros, lo cual les sienta bien. “Ya llevamos ocho años aquí, así que nos sentimos muy seguros y nuestros vecinos nos cuidan”.
Aunque Kokotovich visitó Mérida por primera vez en 1993, la pareja se mudó inicialmente a Manzanilla en la costa del Pacifico, pero decidieron que “no somos gente de playa, así que decidimos buscar otro sitio para mudarnos”.

Hicieron a un lado las sugerencias de rentar antes de comprar.
“Buscamos propiedades y compramos una. Fue una compra emocional la cual rindió buenos resultados”. Cuando se mudaron a San Sebastián habían muchos menos extranjeros.
Pero el día de hoy, un conocido baterista de jazz suizo vive a unas casas y una pareja de sus connacionales canadienses se han mudado enfrente.
Una exposición en la Fundación Centro Cultural La Cúpula fue el punto de entrada de Kokotovich a la comunidad creativa internacional de Mérida. Pero es la comunidad artística en general la que hace de su vida en la ciudad una experiencia tan grata.
Puedes seguir a Ric Kokotovich y Alison Wattie en Instagram: @rickokotovich, @alisonwattie